Personalidades de los escritores: como en cualquier otro oficio, los hay introvertidos, extrovertidos, maníacos, fulgurantes, recalcitrantes.
Marca para todos: en un tiempo, tal vez en los primeros años se creó una necesidad de recluirse del mundo "real" en busca de algo menos doloroso, aburrido, estridente o cruel.
Ese irse para adentro, que es allí donde se cultiva ese mundo ideal, lo dejó a veces expuesto a ciertas críticas, porque estando en el mundo concreto ellos andaban "en la luna de Valencia" o en viajes siderales parecidos.
El escritor no anida adentro, no es autista, comienza a ver el mundo con ojos sacados de un torrente puro, como un niño.
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