Sábato una vez dijo que para un escritor era mejor trabajar de cualquier cosa, en vez de hacerlo en algo relacionado con su vocación.
Lo que quería evitar era el mezclar lo literario con el mundo literario, con los trabajos periodísticos mediocres, con las entrevistas a pedido, con hacer la vista gorda a un montón de irregularidades, léase acomodos y amiguismos.
Con el tiempo supe que tenía razón en carne propia. El narcisismo que tenemos los escritores puede provocar demasiadas heridas al ego, demasiado tiempo perdido compitiendo para ver quién es el dueño de la verdad, o quién tiene más talento o más premios.
Qué nos quedaría entonces de la vocación: una cosa más llena de resignación y de malos ratos.La literatura debe ser el placer, el sentido para seguir adelante en un mundo de torpezas.
martes, 17 de julio de 2007
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