desde el comedor de nuestra casa
criticabas a todo el mundo
uno por uno entraban a tu boca
como al cadalso
y quedaban convertidos en monstruos
la baba de sus errores era tu comida favorita
masticabas y masticabas
hasta que sentìas cierta pesadez
una mezcla de amargura y carne humana
no perdonabas a nadie
(aunque no te negaras a hacer favores)
mientras te los comías tu cara se transformaba
de virgen gótica
a máscara del infierno
la boca hacia abajo dejaba escapar los insultos
los ojos
antes grandes como dos catedrales
se volvían tumbas nunca visitadas.
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